El día había empezado ya siendo largo. Las cuestiones pendientes que no se resuelven. Las malas noticias acumuladas en el celular. Desencantos. Marcas que ya se trasformaron en huellas. Pero sobre todo cuestiones pendientes. Y el llamado. El que pendía en parte del orgullo en parte del miedo. Y la panza que ya había crecido 5 días más. Y yo que había pasado casi por la puerta de su casa una madrugada antes. Con ganas de correr. Contenida.
Entonces releí el post anterior y la llame. Esperando que no atienda. Y atendió. Al segundo ring atendió.
Con su voz de nena nueva. De amiguita vieja. Dijo Hola así toda suavecita. Toda mamá.
Y yo me tragué el nudo que me atoraba. Naty soy yo. Y no hizo falta decir quién. Y no hizo falta ni decir que me había enterado. Me dijo Estoy bien, hoy fui al médico. Y así empezó a contarme desde el principio todo lo que yo ya sabía. Que el reposo, que una manchita en útero, que el corazón, que claro que quería varón, que sí con ese nombre. Y así. Ella hablaba todo rapidito y sin pausa cómo hace siempre que está nerviosa. Y yo escuchaba y me quedaba muda cómo hago siempre que tengo tanto para decir. Muda.
Y en un momento intercalé una lágrima en la conversación y le dije despacito Estás embarazada, y nos reímos de puro contentas las dos. Cómo dos nenas jugando a la casita. Con una panza que no es almohadón.
Entonces ella siguió hablando hasta que la interrumpí y le pregunté ¿Tenés panza? y ella se rió y me dijo Me sale sólo de noche. Y otra vez nos reímos. Y otra vez me imaginé la panza. Es que ya son casi cuatro meses dijo ella. Y yo todavía no te vi pensé yo. Y le dije Quiero verte y me dijo Yo también. Y le dije Te llamo en estos días porque no podía ponerle fecha. Y ella me dijo un Gracias lloroso. Un Gracias contenta. Un Gracias de ojalá. Y me pasó el número de su celular porque Acá me encontrás todo el tiempo y yo le dije un incondicional Llamáme para lo que sea.Y corté.
Me quedé tan rara. Tan sin haber dicho tanto. Tan pensando en tantos momentos. Tan muda de palabras y gritona de alma. Es que quisiera decirle todo lo que escribo. Pero está la distancia. Está el tiempo en el medio y la historia cortada.Pero también esta ella y su panza haciendo curva. Y también estoy yo dando una vez más el primer paso. Las dos con voz de niñitas nuevas. De amiguitas viejas. Jugando al juego de revertir lo irreversible. Saltándole la soga al orgullo de la gente grande y pensando en los caminos que de chiquitas recorrimos de la mano. Rearmando un juego de muñequitas de madera transformadas en mujeres.
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