Julián
El de la risa mágica
El del corazón dormido
Etiquetas: Exorcismos. Minúsculo. Amigo. Enemigo.Intimo
"Soy yo dentro de mi misma. Sabiendo que lo que no va a suceder ya esta llegando. Ya llegó y ya se fue."
Entonces, justo entonces, es cuándo quisiera ser hada.
Irradiaría esa luz de ángel, tendría la gracia del elfo, la vitalidad de un duende, la voz de la sirena y la sabiduría de un mago.
Podría sonarte a melodía celta, saberte a tibieza y pan.
Me transformaría en herencia, historia y sería el cofre de oro al final de tu arco iris.
Me volvería liviana como la niebla en esa colina y suave como el viento en las ramas del bosque. Frágil cómo ese haz de sol.
Encerraría el misterio de la historia que persigues, la moraleja de la leyenda que cuentas, la dulzura del cuento de hadas que sueñas y la creatividad de la historia sin fin que escribes.
También en éste camino de fantasía, por momentos tendría la fiereza del dragón, el filo de la espada, la tristeza de las brujas y la soledad del llovizón. Pelearía algunas batallas. Sería instante en tus guerras.
Es mi esencia, mi veneno que no se cura nunca ni con pócimas ni con ausencias. Pero pasada la brabura de esa tempestad, mi piel volvería a ser traslucida, mis curvas etéreas, mis ojos brillantes. Tendría flores en el pelo, mariposas en la panza y destellos en el alma. Los ocasos serían siempre naranjas, las lunas siempre llenas y vendrías cada noche a morir y renacer en mis manos, acariciando mi espalda justo entre la volatilidad de mis alas....
Si fuera hada.
Si no fuera dragón.
Etiquetas: minúsculo
Hay en la vida de las mujeres de mi generación determinados tópicos por los cuáles seguramente hemos pasado casi todas. Los dividí en edades que han sido representativas en mi historia personal pero no necesariamente se dan en ese orden
A los 13: La menstruación y la clase de gimnasia.
En la secundaria, fingir un terrible dolor de ovarios para evitar la clase de gimnasia y quedarse a un costado del playón. Hipotéticamente, durante esos 5 años, menstruaba al menos dos meses al mes.
A los 19:El Test de embarazo comprado en vano.
Entrás a la farmacia con el susto en las manos y un atraso de 6 días. "Es imposible, no cuidamos. No estoy ni a palos. Seguramente son los nervios." son las frases que se repiten.
Le pedís al farmacéutico " Un Evatest......." . Así bajito porque ni vos querés escucharte.
Corrés al primer baño que puede ser un Mc Donal´s, la casa del novio, el del laburo. Rara vez el de la propia casa. Te devorás las instrucciones (cómo si no las supieras de memoria) y hacés pis.
Esperás los interminables 90 segundos hasta que aparezca la única rayita. Esa que te devuelve el alma al cuerpo, te aleja de la maternidad y te deja diciéndote "Lo hubiera hecho antes, que boluda".
A los 23: La Ropa de estar flaca.
Hay en todos los placards un pantalón guardado "para cuándo esté flaca". Es un pantalón que usamos por ultima vez cuándo teníamos 18 o 20 cómo mucho. De tanto usarlo capaz que está gastado entre las piernas. Es ese que cada tanto, una vez al año ponéle, nos probamos esperando que suba al menos por arriba de los glúteos. No importa si nunca nos vuelve a cerrar pero el día que pase los glúteos nos sentiremos conformes.
A los 25: La depresión, el chocolate y la película de llorar.
El te dejó. Irremediable. Irrefutable.
Te toca entonces deprimirte. Es sábado a la tarde, llueve y en TNT dan una de llorar, " Otoño en Nueva York" ponéle. Pésima, destructiva, absurda la peli y vos también. Te tirás en la cama o sillón con el chocolate más grande y el jogging más rotoso que pudiste conseguir. Los pelos crespos de tanto encierro y los ojos calientes de tanta lágrima. Durante las siguientes dos horas serás la visión más clara de la auto flagelación.
A los 28: El regocijo de verlo volver con el caballo cansado.
No importa si pasaron 3 años, 1 mes o 10 minutos. Ellos siempre vuelven y nosotras, a ésta altura, ya lo sabemos.
Esa es la mejor parte, no porque quieras volver a "algo" con él sino por el regocijo de verlo así, tan desvalido, casi ridículo. Es el momento que disfrutás de ver su número en el visor de tu celular una y mil veces y mandarlo al contestador. Te deja flores en el trabajo, llama a tus amigas preguntando por vos, te espera a la salida del gimnasio, te manda mensajes de texto con un bochornoso "Te extraño". Ahí es cuándo recordás los sábados de peli de llorar y chocolate; tus colmillos se hinchan de ponzoña y tu autoestima también.
Te sentís un poco arpía y descubrís que se siente muy bien.
En algún momento antes de los 30: La elección
Hay un momento en la vida en el que sentís que tenés que elegir. Tu carrera o tu casa. Tu trabajo o tu hobbie. Tu novio o tu amante. Tu mamá o tu papá. Tener hijos o graduarte. Comprar un auto o hacer un viaje. Ahí entendés, probablemente después de haber hecho unas cuántas elecciones equivocadas, que no es tanto cuestión de elegir; que con mucho empeño podés tenerlo Todo.
Sabés también que seguramente ese Todo nunca se concrete pero aprehendés que lo interesante es lo que pasa en el medio.
Había pasado mucho tiempo, tanto que ni recordabas cuándo había sido la última vez. ¿No?
Es que claro, pensabas que ya no había más desamor posible, que no había nadie más que pudiera volver a dolerte. Que la próxima vez sería más sencillo porque que te parece imposible que no te quieran una vez más.
Y tenés miedo del miedo y entonces decidís dejar de pensar porque pensás que si dejás de pensar todo va a desaparecer y contrariamente a eso todo se vuelve más difícil. Porque dejaste de pensar y empezaste a sentir. Sin querer. Inocentemente. ¿Viste? y vos que decías que no te quedaba inocencia.
Y entonces sentís que te gustaría intentar. Probar. Conocer un poco más. Dejarte conocer. Es que las barreras que has puesto ya te pesan mucho, te aburren y tenés ganas de que quieran cruzarla. Cruzarte.
Estás en la instancia en la que las caricias no sólo te exitan, también te unen y ese dedo bajando por la espalda no sólo es parte del juego sino que pareciera ser una extensión de tu piel.
Es el momento en que empezás a oler. No el perfume. La piel. Y te enloquece. Y lo decís. Y sí él pregunta "¿A que huele?" sin dudarlo decís "A Vos".
Y empezas a notar que nunca nadie antes te había acariciado los pies cuándo llegas helada y con frio, que no necesitás palabras si te mira de esa forma y agradeces por lo bajo que siempre, siempre insista con que te quedes a dormir y a comer y a dormir otra vez. Es que claro, la otra noche entre penumbras te hizo estremecer.
Y es ahí dónde te das cuenta de que semejante intimidad no se condice con esa ausencia brutal. Racionalmente entendés el juego pero sabés, siempre supiste, que la pasión; tu pasión es irracional igual que el miedo.
Sabés a dónde te va a llevar éste indefectible camino de caricias, miradas y ausencias. Sabés que no hay carrozas sino calabazas, que el caballo blanco no es más que un ratoncito asustado y qué el príncipe trae consigo una enorme mochila cargada de destierros. Y claro, no es que vos te creas princesa ni mucho menos. Al contrario sos consciente, muy consciente que no querés ser parte de un cuento. Querés ser real, humana, con posibilidad de error.
Entonces volvés a sentir. Y caés en la cuenta que ya pasaron juntos insomnios y sueños. Sobriedad y borrachera. Pasión y ternura. Verborragia y silencio. Ganas y tedio. Pero algo te falta.
Y otra vez te vuelve a la mente esa noche de carnaval, cuándo él quiso sentir el latido de tu corazón con su mano y no lo encontró. Y deseás con toda tu alma que en el próximo encuentro él lo busque otra vez. Por qué ahora sí, tu corazón empezó a latir.
Etiquetas: minúsculo
Necesito dejar de escribir sobre mí. Quiero dejar de tener una introspección permanente. Quiero aprehender a escribir historias que no sean mi historia. Quiero ser cuento, mensaje, fantasía. Ya no quiero seguir mirándome el ombligo emocional. O al menos no todo el tiempo. no toda mi prosa.
Quiero aprehender a escribir ficción..
Por eso les pido a mis lectores que me cuenten una historia, que me manden un par de frases o al menos una palabra que me ayude a empezar una historia que no sea mía. Que sea de ustedes. "Prestame tu propia aventura".
No es falta de imaginación lo mío. Es incapacidad de salir de la primera persona.
Pueden dejarme su indicio en un comment o por mail a stamp46@hotmail.com
Bien.
Cómo es evidente hice ciertos cambios en este blog... colores, medidas, fotos.
Convengamos que la esencia es la misma. La que escribe sigo siendo yo. Para los que no me conocen ahora sabrán algo, alguito más de mí y los que sí me conocen seguro dirán algo del fondo oscuro, de la letra cursiva, etc. Cómo siempre acepto sugerencias pero les pido que sean considerados ya que me quedé hasta las 6 am con esta historieta.
Saludetes