18 mar 2008

Ahí

Ahí quedamos. Fijos y cercanos.
Que la noche recién nacía y vos llegabas a decirme que ahí estabas. Y yo que ya te había puesto lejos. Que ya me había puesto linda y distante, incrédula y desganada. Ahí estábamos entonces. En el lugar de siempre. Me buscaste. Y yo, que ya estoy bastante cansada de correr a ninguna parte preferí quedarme ahí. A pensar que me da igual, a sentir que no te quiero. Y me dio igual tu mano en mi cintura, tu familiaridad tan conocida, tu casa, tu cama, tu piel. Ahí me dio igual. Un gozo más.
Hasta que fue el momento de dormir y muertos de risa nos dejamos vencer por el amanecer que ya era día. Me pusiste sobre tu pecho como nunca. Y ahí por primera vez me dormí. Y ahí también me desperté con tu beso en mi frente diciendo que tenía un desayuno y un buenos días. Y nos quedó por delante el día. Y nos quedó por delante un intento y unas cuantas mentiras. Me quedó en mi placad tu ropa, con tu olor y tu ADN. Te quedó en tu almohada mi sueño y entre las sábanas mis horquillas.
Quise pedirte una promesa. Que esperemos el invierno, que enciendas la estufa y me abraces otra vez. Y ahí quedarnos. Entre tus brazos, mis silencios, tus ausencias y mis huídas.