30 mar 2007

Esperando que escampe...

Después de infinitos 6 días consecutivos de lluvia y humedad uno empieza a notar ciertas cosas que suceden sólo cuándo llueve y que cómo en general no suele llover muchos días seguidos se olvidan ni bien pasaron.
Ante la repetición lluviosa de los últimos días empecé a observar cómo también se repiten ciertas situaciones que son por lo menos incomodas.He aquí la lista de "Cosas de la lluvia"
-La preguntonta. Llegar de la calle con la ropa pegada, la piel de gallina, el pelo chorriando, el rimel por las mejillas y los zapatos haciendo ese plac, plac, plac que hacen cuándo están llenísimos de agua.. Y que el que te abra la puerta te pregunte seriamente: -¿Llueve? o -¿Te mojaste? si no la clásica - ¿Uh no llevaste paraguas?. Entonces una contesta: - No, no llueve estoy así porque me meó un Tiranosaurio Rex. (Grrrr).
-Las Baldosas. De repente el camino comienza plagarse de baldosas flojas. Todas las baldosas de Buenos Aires, absolutamente todas están flojas cuándo llueve. Casi cómo que me imagino una legión de topos malditos que con las primeras gotas van por debajo de la vereda aflojando todas baldosas porteñas. A medida que la lluvia se prolonga las baldosas que salpican son más. La relación es directamente proporcional.
- La humedad. Todo se pegotea, las manos, la ropa, los pies, los muebles, los asientos del bondi, la gente, los recuerdos, las sábanas, la crema en la piel se vuelve demasiado humectante y se transforma en una especie de pasta oleaginosa que se va pegando a mi ropa y dejando manchitas. Puaj.
- El pelo. El pelo es un tema aparte. Toma vida propia y se vuelve un ser incontrolable. Hace de mí lo que quiere y yo, después de 28 húmedos otoños, ya le dejo hacer pensando "aporvechá ahora que ya vendrá la primavera y te llenaré de mechas más claras". Esa será siempre mi revancha.
- Los días grises. No sé si será el imaginario social, las películas que uno vio de chico o algún mecanismo emocional que se activa con el sonido de las gotas en la ventana pero pareciera ser que la tristeza siempre llega con un día de lluvia. Llega se queda, se acomoda, se prende un pucho y al cuarto día las gotitas que ruedan por el vidrio se pueden llegar a mezclar con las que ruedan por la mejilla. ¿Y por qué? se pregunta una, ¿ si no estoy en período de síndrome pre menstrual, sí no tengo roto el corazón y si hasta antes de la lluvia todo marchaba bien?. La respuesta entonces remite siempre a lo mismo. Día gris = Día triste.
Y la tristeza, al igual que las baldosas flojas, es directamente proporcional a la cantidad de días de lluvia.
- El tema de conversación. En la tele, los diarios, la cola del banco, la facu, los clientes todos están con el mismo tema. Las frases cómo ¡Qué lluvia! o ¿Viste cómo llueve? se vuelven más repetidas que la tabla del dos. Y de repente todo lo que no funciona, se rompe o sale mal es por la lluvia.
- "Te mandé un mensaje de texto hoy" - "No me llegó, debe ser por la lluvia" o
-" Se me hizo una grieta en la pared del baño" - "Ah, debe ser que se filtró agua por la lluvia".
- Las inundaciones. Que se inunda el litoral, el noreste, el conurbano. Las mismas imágenes, las mismas gentes padeciendo lo mismo lluvia tras lluvia y uno sintiéndose un terrible hijo de puta por que se queja de los días tristes y la ropa mojada. La impotencia, la bronca, la lejanía. Todos los años lo mismo y nadie hace nada. Eso sí cuándo se inunda Belgrano todos salen a la calle no?.
- La lluvia con sol. Es casi lo peor de la lluvia. Cuándo llueve con sol una siente ganas de escaparse de encerrase en una celda a oscuras por 10 años. El calor empieza a levantar un sopor asqueroso y todo se pegotea un poco más. Sí sucede la desgracia de que llueva con sol mientras estoy en la calle automáticamente intento irme a algún lugar oscuro y con aire acondicionado. No me importa si me pierdo el arco iris.

Con ésta serie de repeticiones y con otras que no sé si quiero escribir me he ido encontrando en estos días de lluvia. Pero a no desanimar, le he encontrado también algunos paliativos.
Si le pintó la tristeza del día gris Ud. puede buscar un buen abrazo ya sea de un buen amigo o de un buen amante o de alguien que lo quiera al menos un poco. Si no tiene un buen amigo o un buen amante o alguien que lo quiera al menos un poco (hay momentos de la vida en los que se da esa macabra trilogía) abrace a su perro y tírele una pelota para jugar. Si no tiene perro cómprese un potus y sáquelo a la lluvia. Verá como se intensifica el verde de sus hojas.
Otro buen paliativo es dejar de escaparle al chaparrón. Si tiene la desgracia de encontrarse en plena calle al momento más intenso de la tormenta, no acelere el paso, aguántese un minuto, igual ya esta mojado así que si corre o no... que más da. Pasado el primer momento de estupor sienta la lluvia en la cara, las gotas por la espalda y camine debajo de la lluvia. Ríase un poco y si va con alguien al lado péguese unos saltos locos. Libera tensiones. Le aseguro. Eso sí téngase a mano algún ibuprofeno o vitpirena en su defecto.
Finalmente si la lluvia lo agarró desvelado y sólo durante la noche, léase compulsivamente "Cien años de soledad" (acaso hay alguna otra forma de leerlo que no sea compulsivamente?) sobre todo la parte en que Aureliano Segundo decide quedarse en la casa de su amante Petra Cotes "hasta que escampe".
"Llovió cuatro años, once meses y dos días".
Vio amigo lector? Siempre, siempre puede ser peor. Y también siempre que llovió paró.